domingo, 4 de agosto de 2013

UN SOLO EPITAFIO

UN SOLO EPITAFIO

Pronto acabará por acertar su fuente
la puntualidad y la precisión de la parábola
para arrastrarnos sin cielorrasos a la madeja
donde el humo se desarregla las trenzas y lo ciego.

Escupirán balas de colores las arterias
sacudirá la fiebre inagotable lo inexplicable
para viajarnos intactos siendo esclavos del vértigo.

Aún así, el océano nos parecerá una gota
el universo nada más que un punto suspensivo
y la vida, una escasa razón, sumergida en un suspiro.

Pero a pesar de ello, siempre nos celebraremos.

Con las uñas, con los dientes, con la resistencia
que desangra el pecho abierto de cada amanecer
y con la fe del secreto que se perpetúa
en la memoria de la sangre que aguijonea el alma.
    
Así habremos de amarnos, sin edades, sin tiempos,
sin costillas que confesar, sin realismos, sin deudas,
sin fragmentos, sin nombres, pero con gritos en celo,
sin olvidos, sin milagros, pero con la bestia rugiendo,
sin ausencias, sin insomnios, sin desiertos, sin vetos,
sin nupcias, sin campanas, pero con el paladar ebrio.

Así habremos de amarnos,

con un único epitafio final, el silencio.




Pintura Antonio Correa

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