CITA
A CIEGAS
La
capacidad perimetral de una mesa nos separa.
En el
medio del camino sin recorrer
dos
tazas de café con el aliento descargado,
un
diario vencido que nunca fue nuestro
y un
mata puchos cargado que nos devuelve sus huesos.
El
trayecto se colorea de oscura noche,
y el
tiempo tiene el dorso destruido.
Hay
un ahora que no percibimos, ni siquiera en la mirada,
tampoco
en la campana, que acude muda y cobarde al momento.
Tengo
el pensamiento muerto, el cálculo vacío,
un
rompecabezas en el alboroto del corazón inquieto
y no
puedo adivinar lo que la sombra de tu boca agita.
Me
pregunto si es deseo, si es una constancia de desierto
o si
tal vez, en la abstinencia de palabras
nos
declaramos culpables de diminutos e insalvables puentes.
Aunque
nada nos acusamos, ni siquiera recibo de deudas a cerrar.
El
aire nos abofetea con contraseñas sin aliento.
La
fotografía es un guante preciso de knock-out.
Ni la
pronunciación de un milagro tal vez pueda
degollar
la distancia inalcanzable de sesenta centímetros.
Al
final, tal vez no sea la simple mesa que nos separa
puede
que tú hayas venida desprovista de cielos
y yo,
sin la alquimia necesaria para la ocasión.
Pero
afuera llueve
y
todavía estamos a tiempo.
pintura Antonio Correa
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