IMPRESCINDIBLE
Siempre
tiene que ser la noche,
siempre,
la que nos asalta de luz,
la
que nos explora de repente
evacuando
lo invisible en lo visible,
la
que nos delicia la humedad
del
sudor en la saliva del deseo.
Siempre,
siempre nos recoge
en
holocaustos de bienvenidas
para
morirnos sin descanso final,
la
que rompe la brújula del sur
para
examinar la marea del instinto.
Siempre
tiene que ser la noche,
siempre,
nunca maldecida ni descartada,
fiel
a rescatarnos de la rutina del día,
fiel
a despojarnos del pensamiento
deshojándolo
en gotas de agua fresca,
la
que arrecia peregrina de sueños
en la
curvatura del molde perfecto,
la
que sin táctica ni estrategia
derrocha
juventudes de nacimientos.
Siempre
tiene que ser la noche,
siempre,
la que nos comienza,
la
que nos abastece de agasajos,
la
que nos estremece de arrebato
en la
falda de una luna sin cadenas,
la
culpable de todos los desmanes
que
mastican las voces sin aliento.
Siempre
tiene que ser la noche,
siempre,
la que nos lleva de parranda
al
espacio donde se permuta el tiempo,
la
que nos abre la alcancía del hambre
donde
se celebran y se cortejan
lo
irremplazable, lo abstracto y lo etéreo.
Siempre
tiene que ser la noche,
siempre,
siempre será imprescindible
que
ella, la noche, nos sea.
Aurorretrato
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