domingo, 11 de agosto de 2013

DOS EN UN LUGAR EQUIDISTANTE

DOS EN UN LUGAR EQUIDISTANTE

Todo se avisaban desde el beso.

La virginidad de sus labios,
el apuro insaciable de la sed
y la desvergüenza sin control.

Bajo una nube de apetencias
se robaban sin conjeturas sus hemisferios.
No transaban con el barullo.
El traductor de sus silencios
se ahogaba en la ría de sus gargantas.

Se reconocían desde su manos
y perpetraban el asalto a la claridad,
se complacían de la circunstancia
enajenando el sueño en la certeza.

Abarcaban el escándalo
sin importales el puto juicio.
El mundo les era impenetrable
porque ellos eran el mundo.

Se sentían mártires del instante
y generosos criminales de la hipocresía.

Nada disponían, solo establecían puertas.

A la vista de todos era una fiesta.


En algún punto me sentí nosotros.





Autorretrato

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