domingo, 4 de agosto de 2013

SOLILOQUIO DE UN PRESENTE

SOLILOQUIO DE UN PRESENTE

Nunca supusieron que el instante era el mañana.
Jamás se cansaron de respirar en las nubes,
sus tactos tenían la sensación del milagro.
La recompensa les preñaba de escotes al infierno
y odiaban el reloj que les apagaba la luz.

No pudieron bailar el baile que deseaban,
pero igual bailaban sin prudencias y a escondidas.
Descubrieron que había pájaros en la Luna
y que ellos aprendían a volar desde sus manos.
Las urgencias les paralizaban el tiempo
y sus bocas pernoctaban a su antojo en él.

Conocieron el sol en la noche.
Empeñaban los sueños en la coincidencia,
ofrendaban a ningún dios sus vientres
y leían poesía a destajo desde la lengua.
Paladeaban el rocío tibio del sexo
y se ahogaban de cielo en sus pupilas.

Garabateaban serpientes de fuego
en la epidermis inminente de sus acantilados.
Se extraviaban en muelles con olor a templos
y aprendieron a ulcerar las venas del camino
perforándose desde la fuente del universo.

Aquella sensación de vuelo
tenía el vértigo de estrellas fugaces.

La leyenda dice que los dos,

siguen escribiendo los mismos versos.



Pintura Antonio Correa

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