DE
UNA NOCHE DE MARTES
Miserable
pasajero de mala vida
sin
más datos que los que me atribuyen
aquellos
que suelen decir que me conocen.
Cómo
creerles a esos que lo alardean,
cómo
creerles, cómo creerles, cómo creerles
-si
yo no sé, ni quién ni como soy-
Quizás
la verdad la tenga éste vino desprestigiado
que en
este instante me enciende de mal aliento
y que
me retuerce el ardor intenso de la gastritis
o tal
vez el humo sin pudor y maloliente
de un
tabaco barato armado en el papel de mi poesía,
ellos
quizás sean los que gocen de mi identidad.
Oh,
cómo me carcomen las dudas ahora y ya.
Aborrecido
instante éste de palabras pelotudas.
No
hay expresión para exasperar mis deseos
solo
rezongos de la saliva seca y prostituta
tan espantada
de puteadas nauseabundas.
Puedo
haberlo perdido todo en un todo
y aún
más en esta ebriedad de la sinrazón.
Aunque
en el abrazo despavorido y sin final
de
esta tarde de reencuentro contigo
he
creído reconocer en el resquicio de la memoria
un
pedazo enorme de mi perdida identidad.
pintura Antonio Correa
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