lunes, 8 de octubre de 2012

RESABIOS DE UN VIEJO ZAGUÁN



RESABIOS DE UN VIEJO ZAGUÁN

Desde el sigiloso secreto del cerrojo
al frío picaporte herrumbrado
hasta la hendidura destornillada
de los vestigios vacíos de las bisagras,
se resguardan persuadidos
los besos amapolados de estrellas fugaces
cuando nos arrancábamos la piel
en noches llorosas de luna llena
desde la saliva salvaje de nuestras lenguas
hasta las madrugadas desnudas de amaneceres.

Se resguardan persuadidos,
lo impetuoso del desesperado tiempo
en que la volumetría de la hora
nos marcaba las ojeras de lo irracional
en que nos descubríamos desde el sudor
hasta el aguacero silvestre que nos abrazaba.

Se resguardan persuadidos
los resabios de ese viejo zaguán,
celador de los condenados secretos
que nos confiábamos de cuerpo a cuerpo
anónimos, encubiertos y sin prudencias
desde la inocencia que desgarra
sin pudor ni prescripciones el amor,
ese amor de a dos, nuestro amor.

Se resguardan persuadidos
los resabios de ese viejo zaguán,
dónde nunca hubo frío ni herrumbre,
ni sus bisagras ni en su aldaba
ni en su cerrojo ni en sus llaves únicas
porque en nuestra azorada desvergüenza
de amantes desmurallados de prejuicios
copulábamos la combustión virginal
en que aprehendíamos el universo
sobre el minúsculo y mayúsculo espacio
en que  tú y yo, el amor, convergíamos en poesía.





Obra Antonio Correa

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