EXISTIR
Existo, entre
la duda y el misterio,
en lo
paradójico e inverosímil
de un piropo
en el desierto,
y allí, donde la serpiente
muerde sin
importar el lugar
y a cualquier
precio, existo.
En la cuenta
regresiva del candil
incendiado a
futuro cierto,
y en el arrojo
múltiple y vivo del pétalo
que se entrega
muerto a su suerte, existo,
existo, en el
mundo paranoico del insomnio
que me deletrea
sin pausas el sueño,
y en el bálsamo momentáneo
en que se
curten deshojados los cuerpos.
Existo, cuando
en el conjuro inmediato
se arden a
esperanza todos los fuegos,
y en el placer
de la morfina última
anunciando la
llegada al cielo,
existo, en el
exilio versátil y sin censuras
donde se
comulgan todos los vuelos,
y existo desde el dialecto diáfano
que perdura y
se fragua más allá del viento,
y en el miedo
escalofriante que paraliza
cuando me
inmola y me abrasa el no puedo.
Pero también
existo en las cosas simples
como en el
beso cotidiano de una estrella
a la penumbra
sin luz del firmamento,
o en el
levantamiento originario
en que se
glorifica la lucha del guerrero,
y existo en la
mano extendida a la vida
buscando la
alborada de todos los encuentros,
pero también
existo en lo ecuménico y colosal,
allí, en la
ceremonia ancestral y desinhibida
cuando el sol
y la luna se eclipsan de sexo.
Pero más acá y
más allá, también existo,
porque existo
donde tú existes en el universo,
y existir en
el infinito real donde tú existes
es allí, sin más preámbulos, que tú,
eres la médula
desde donde yo, me creo y existo.
foto Antonio Correa
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