COINCIDENCIA
Puedo decir
que te he encontrado,
en el preciso
fragmento
en que se
parte la noche con el día
mientras
desvaría de colores nuevos,
en la brevedad
del apareamiento
donde el
viento se eyacula de brisas
que despeinan
sueños a parir,
allá, en el reino
de las ausencias
donde me
secuestran los infiernos
mal nacidos de
la soledad sin cura.
Puedo decir
que te he encontrado,
en la musa
ingobernable de algún violín
que paraísa
los contornos sin disimular
de lo todo
inventado desde el fuego,
en las multitudes
cotidianas que emergen
revoloteando
subordinadas palabras
en el
creciente combate de supremas libertades,
allí, en el
porvenir y el por llegar sin esperas
agazapado de
estrellas azarosas de suertes
desde la
pólvora explosiva de la incertidumbre.
Puedo decir
que te he encontrado,
en la comisura
del arrebato sin retorno
sin sumarios
ni sentencias que prescriban
ante la verdad
arrodillada del incendio,
en el discurso
indomable del exilio
lanzado a puño
cerrado desde tu lengua
hacia el
intento del suicidio descarado y mutuo,
allende, de
espejismos e idiomas a ciegas
sin cárceles
ni celosías que anochezcan
el
convencimiento celoso de utópicas independencias.
Puedo decir
que te he encontrado,
en la memoria
y en lo abstracto
de deseos
explícitos y perfectos,
en lo absoluto
y sobresaliente
del equinoccio
de todas las primaveras,
en el acierto
en que la Luna y Júpiter
ayer se perforaron
sin pudor como siempre;
pero puedo
decir
que te he
encontrado en ese exacto lugar,
en el lugar
textual y contundente
en que brillan
todos los encuentros,
en esa suprema
coincidencia
en que
converge la efímera y eterna alegría
de coincidir
en la exactitud recíproca y de permanencia
del único y soberano
sentido…
… el de no
pertenecernos.
foto Antonio Correa
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