EL ESCRIBIDOR ANÓNIMO
Viernes al final.
La noche cruje su emboscada.
Solo se salva el cuarto menguante.
Los espejos embellecen el ego de casi todos.
y las calles se entibian de luces vanas.
Los perros muerden el lado oscuro de los tachos.
Los solitarios se toman el tren inventado
e improvisan el camino con pasos descerebrados.
La indiferencia expele etiquetas en los desprotegidos
y el luto de los alcohólicos sonríe en el resguardo.
La droga, el sexo y la tristeza
juegan a las escondidas para ser descubiertos.
Los infieles se lamen
de vida a hurtadillas
y la insolencia se hace impostergable en lo inevitable.
Las palabras se mutan en orgías de besos.
La espera de los que esperan no tiene final
y en algún que otro
escondrijo
los amantes se amparan en lo salvaje .
Mientras,
todo sucede allí
afuera
en esa barra
de cualquier punto equidistante
él, se encuentra encerrado en si mismo
pariendo el vomito de su soledad
en la borra de un vaso viejo.
Ella, como siempre,
se hace vigía en la avenida
de sus letras heridas.
foto Antonio Correa
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