domingo, 7 de julio de 2013

ULTIMATÚM

ULTIMATÚM

A la intemperie de sus dudas
se vigoriza, sin elocuencia divina
la transeúnte y parsimoniosa rutina,
esa que les vulnera el arraigo de su primavera.

Todo les roba, extirpándoles la alegría
sin reparar en las manzanas que se han bebido.

Tan presumida en si misma, tan inmune
descarga sus provisiones en todos sus rincones.

Por donde quiera que ella violente deja su mueca,
no deja espacio sin habitar,
ya sea en la palma de las manos
tan calladas y desafectadas de ritmos
o en el curso imperfecto del soplo
de un tabaco casi apagado.

A veces, entre las almohadas desorientadas de sueños
o a los pies de la lluvia seca en consonancias,
o en el mismo lugar del silencio, ese, tan estruendoso.

También, donde rascan las pulgas los ladridos
y en el pleno control de un segundero muerto de miedo,
muchas otras, en los números que nunca se descifraron
a pesar de desarmar las matemáticas.

A si mismo clama su presencia
en el transcurso del nudo que ahoga
y que no oye el desasosiego de sentirlos encadenados.

La rutina, esa jauría que les come sin ruidos,
se convierte en puñal en el mismo suspiro
y no deja territorio para la certeza
deshilachando acritudes desde su filo.

Solo les queda una única oportunidad,
un salvoconducto a una nueva estación.

Volver a mirarse a los ojos

y desenterrarse sin preguntas.





pintura Antonio Correa

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