DELETREARNOS
Las letras buscan
entre una y mil excusas
para permanecer
y sobrevivirse al vacío
y a la ruina que guarda
la inconsciencia del tiempo,
y se humedecen en los labios
para perdurar a los años
y arderse en los infiernos,
y se descotan en los lenguajes
para vomitar descamisadas
en las raíces de los vientos,
también se descascaran
en piel de lunas
para besarse en los enredos
donde tú y yo, nos encendemos.
Las letras se acorazan de coraje
para hacer temblar los reinos
de nuestras soledades
y de nuestros destierros,
las letras se muerden en el estómago
para clamar independencias
en las huellas dactilares
de nuestros vientres en fuego.
Las letras se atreven, se deciden
a disfrazarse de silencios
para decirlo todo sin enunciarlo
aquí o más allá del reloj
de nuestros ojos de invierno,
las letras se dejan morir
en hojas muertas
para cantar primaveras
en la seda polinizadas
de nuestras bocas pariendo.
Las letras y sus excusas
lo saben todo
y lo dicen casi todo
en el universo de los sueños
donde nos basta un latido
para consumarnos y nacernos,
las letras se permiten abrir ventanas
para incrementar estrellas
al final de un cielo inventado
donde podamos reconocernos,
y a veces se comienzan
distorsionando cerraduras
en lenguas de privilegios,
y otras veces se encariñan
de puntos suspensivos
para adorar el misterio.
Las letras tienen a cubierto
las exclamaciones
cuando se facultan
en la osadía y el anhelo,
y se vuelven piel de sangre
cuando pernoctan explosivas
en las páginas de la mudanza
de nuestros cuerpos,
y se trepan a sonidos
para acudirse sin más
a descerrajarse a la súbita
muerte del deseo.
Las letras buscan
entre una y mil excusas
para permanecer
y sobrevivirse al vacío
y a la ruina que guarda
la inconsciencia del tiempo,
es para entonces
que nos vivimos de poesía
y nos desnudamos de versos.
El tiempo sabrá decir
si deletrearnos nos archivará
en lo imperecedero.
foto Antonio Correa
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