CONSUMACIÓN RESUELTA
De reojo las letras hacen fila
para despeñarse en el intento de unos versos,
y se despeñan sin más por el tobogán de los tiempos.
Y se arrojan y se lanzan y se precipitan
en las alturas de las perpetuas sugerencias,
en la sobrevivencia de lo inmaculado,
en el grito extremo de las turbulencias,
y en la revolución explícita de todas la maneras.
Y se arrojan y se lanzan y se precipitan
en lo vertiginoso de la flor en primavera,
en el vocabulario de todas las frecuencias,
en las respuestas de todos los enigmas,
y en la sangre vertida de todas las autonomías.
Y se arrojan y se lanzan y se precipitan
en la mudanza ancha y gloriosa del aura,
en la cumbre del pecho descubierto del suspiro,
en la lectura furtiva
de las identidades del vino,
y en el credo de la pasión de las malas hierbas.
Y se arrojan y se lanzan y se precipitan
en la adolescencia clandestina de las raíces de la sangre,
en las orillas de los manuscritos del barro,
en el celo sin distancias de los rumbos del ombligo,
y en la lengua virgen del templo del pensamiento.
Y se arrojan y se lanzan y se precipitan
en la rocío febril de todas las evoluciones,
en la guerra pacífica de la estrategia de la caricia,
en el sexo de los verbos ternura y armonía,
en la fragancia desmedida de todos los latidos,
y en el dictamen final y silábico
donde follan la tristeza y la alegría.
Es por eso, que de la naturaleza de la mujer
se sustenta, se asciende y se existe la poesía.
pintura Antonio Correa
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