lunes, 25 de marzo de 2013

UNA MANO, LA ESPERANZA


UNA MANO, LA ESPERANZA

Ella, mientras se consumía en el alcohol
descorrió los demonios
que le entrecerraban al olvido,
él, desvanecido, ciego
y dormitado de humos amargos
sonrió en la mueca frágil
del sarcasmo que lo invadía,
ella, descolgada de nervios
se desteñía en cada sorbo húmedo,
él, se moría en el silencio mudo
en que goteaban
sus labios descuartizados,
la oscuridad tan vacía de luz
los hizo despabilarse a tientas,
se hicieron cómplices sin retorno
en el pestañeo ciego de sus ojos,
las horas eran testigo de sus maldiciones,
el aire los huía a la nada,
no existía más mundo a su alrededor
que el pestañeo cómplice y ciego
que desde la penumbra los delataba
mientras en ese recodo del bar
se universalizaban desde el mismo
desencuentro que los encontraba,
ella, desveló su mano a la intemperie
del círculo cruel y carcelero
que le amordazaba,
él, se atrapó a esa mano indultada
temblando en la gloria
del sin saber que pasa,
empecinado y deseando encontrar
algún motivo que lo despabilara,
se tropezaron al anclarse,
caminaron en oscilaciones inconclusas
sin insinuarse, sin proponerse,
y desprovistos de todo y de nada
salieron a vaciarse
del infierno que los apresaba,
se arremolinaron en un descampado
y desde la más profunda y sabia palabra
en que sus manos se conjugaban
supieron desde el silencio oscuro
que todavía la esperanza los amparaba.




pintura Antonio Correa

No hay comentarios:

Publicar un comentario