AUSENCIA
La madrugada
aúlla
y ladra su
existencia,
más allá, el
campanario
anuncia menos
cuarto.
La luna delata
su rugido
viviendo su
guiño perpetuo.
Las paredes
deletrean
tu olor en el
olvido.
El silencio
habla.
El reloj
grita.
La cama se
ensancha sin final.
Retumba
sigilosamente
el deseo.
Es una
continua verborragia
de soledad
hiriente.
A estas horas,
duele, todo duele
pero lo que más duele
es ese, tu cuerpo
que al alcance
de un suspiro
se sitúa en
otro continente.
fotografía Antonio Correa
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