NADA QUE OBJETAR
Se intentan en el acierto
y cuando el cielo se rompe.
Se apetecen en cada estación
y en el plenilunio de la ocasión.
Más, sin apariencias de vientos
se acarician en do re mi fa sol la si
y se mudan en hojas de poemas
sin evitar el tiempo que los dispone,
y nada callan desde el suceso
no hay preguntas ni indagatorias
ni circunstancias que los prohíban.
Se intentan sin distancias de paso
y cuando el muro se cae.
Y más acá, donde se derrochan
los sentidos sin biblias que rezar.
Se ahorcan de pliegues de años
y en el consenso de la prédica,
descerrajándose de cruzadas
y de sometimientos plenos.
Cruzan la vanidad de la agitación
para morder sin esterilidad el deseo
hasta rendirse en la prisión invisible
donde se ajustan la utopía y el horizonte.
El testimonio ejerce una insubordinada revolución.
foto Federico Prado
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