ESA SEÑAL
Busco esa
señal
imperecedera y frugal
que me abrace
sin más
que me tiente
de todo
y que me lleve
a volar,
la busco desde
la pausa
desde las
pálidas sombras
y desde la voz
despechada y fría,
por allí,
aparece para luego
desvanecerse
sin apiadarse,
no entiende de
mi soledad,
intento desgarrar
el lapso
para malgastarlo
irreparablemente,
pero me punza,
pero me duele,
pero me duele
ese tiempo del quizás
de los tal
veces y del quien sabe
es que la
señal ni siquiera
a destiempo
llega sin avisar,
hiere desde la
puñalada helada
hiere desde lo
sombrío del destierro
esa señal que
me llora, que me finge de muerte
desde el
espejo en donde me miro y me siento.
Busco esa
señal
con estrategia y con astucia
desde la
demencia inofensiva
hasta la
prudencia reflexiva,
por allí,
asoma para prontamente
disiparse sin
conmoverse de mi
y vuelvo a mis
vacíos sin mundos
sin instalados
amaneceres
y provistos de
luces ciegas.
Agotado, he decidido
dejar de buscar
mis muros se
transmutan en anónimos
espacios de
tenues flaquezas lapidarias
donde se me
cierran los ojos de tinieblas
y donde el
corazón de tormenta se agoniza.
Pero basta,
basta ese tiempo
donde el tacto
de tu traza
se aturde en
mis contraseñas,
que se guardan,
arrinconadas y dormidas
a punto de
estallar en el abismo,
es la señal,
esa ambicionada señal
que
despierta el celo y la furia
desde el surco
de tus prolongaciones
desde lo
sobresaliente de tu seducción
desde la
mayúscula irracionalidad
en que se
desnudan tus índices de fuego.
pintura Antonio Correa
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